La Casa de los Chascos

Hace unos días, mientras esperaba que le cambiaran un vidrio roto al auto, nos dimos una vuelta por el Centro de Montevideo. Bajando por Ejido, casi llegando a Colonia, encontramos a La Casa de los Chascos: juguetería, cotillón, disfraces…y claro, chascos. Desde el fondo de la memoria vagamente recuerdo que esta tienda existe hace mucho tiempo, que no recuerdo quién ni cuando pero alguna vez escuché de alguna broma hecha con estos artículos, o de las ganas de hacer una broma…

Nunca me había detenido a ver la vidriera, y noté un par de cosas. Primero, que de los chascos va quedando media vidriera, mezclados con otros accesorios y juguetes. Y segundo, que los chascos parecen como para otra época. No sé como explicarlo, quizás si vemos las fotos de la vidriera nos damos una idea de lo que quiero decir

Bombones salados, jabón que ensucia las manos, una lapicera que desaparece, jarra con araña en el fondo…seguramente ya están pensando a quien le podrían hacer una inocente y sana broma con alguno de estos artículos.

Si pueden, si están por la vuelta, pasen a conocer el lugar, vean los famosos chascos y bromas. Una tienda o negocio tradicional de Montevideo, como El Hornero, que queda también por ahí (de la que voy a escribir en algún momento). Van quedando pocos de estos lugares,  negocios familiares con mucho tiempo de establecidos, que no saben de leyes de marketing ni posicionamiento de marcas y otras cuestiones modernas.

Diganle

Enero de 1996. En el barco rumbo a Montevideo cargo un cassette en mi walkman.  “Pelusón of Milk”. Ya la primera canción en unos pocos versos le pone letra a mi estado del alma,  le abre camino al llanto, me va desatando el espíritu y calmando mi mente. Seguir viviendo sin (tu) un amor es la tarea que tengo por delante en esos dias, y la poesía de ese disco me irá diciendo lo que necesito escuchar, lo que no quiero saber, me irá dando señales que me ayudan a cruzar ese largo río. Y años después de haber pasado la tormenta, todavía sigo encontrando en ese disco y en otros de Spinetta palabras, música y versos que me dicen, me dan en el blanco y me aligeran el alma. Febrero de 2012. Mientras escucho “Diganle” se me empañan los ojos y otra vez un extraño alivio me invade nuevamente. La data de la madre final se seguirá imprimiendo en un banco de niebla.

httpv://www.youtube.com/watch?v=Rtz0kq03zYA